La Crema Budwig debe su nombre a su creadora, la Dra. Yohanna Budwig. Ella descubrió la poderosa naturaleza de los ácidos grasos esenciales y sus cualidades para tratar toda clase de enfermedades degenerativas, entre estas el cáncer.
Esta científica alemana estudió las grasas y sus efectos en el organismo humano.
La receta se basaba en la utilización de aceite y semillas de linaza para combatir enfermedades crónicas.
En la linaza existen ácidos grasos esenciales llamados linoleico y linolénico capaces de reparar la membrana celular dañada, haciéndola más permeable y permitiendo el paso del oxígeno.
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La doctora buscaba una sustancia con la que el aceite de lino formase una emulsión hidrosoluble capaz de atravesar la barrera intestinal y llegar a las células. Observó que esta propiedad se conseguía gracias a proteínas ricas en aminoácidos azufrados, que aportarían carga positiva a la emulsión y así podría superar el obstáculo.
El alimento que reunía estas condiciones era el requesón bajo en grasa, este es muy parecido a la ricota. Sin embargo, como saben los lácteos que hoy se consiguen ya no son lo más saludable, por eso yo recomiendo hacerlo con una lechada de quínoa o amaranto.
Pasaron los años y la Dra Kousmine modificó esta crema y al hacer la emulsión añadía cereales y semillas oleaginosas recién molidas y el zumo de medio limón. Para endulzar utilizaba plátano maduro o miel, y finalmente terminaba agregando fruta de temporada.
Aquí les comparto mi receta, que tiene algunas variaciones. Sentí que eran necesarias para evitar tener algún proceso inflamatorio: Debes lavar la quínoa varias veces para sacar la saponina. Luego la cuelas y pones a cocer, usas una taza de quínoa por una y media de agua.
Queda como si fuese arroz, pasas la quínoa a la mini pimer. Cuando la mezcla está homogénea le añades 3 dátiles y ½ manzana. Nuevamente usas la mini pimer.
Finalmente añades 1 cucharada de aceite de linaza, 2 cucharadas de linaza molida y ½ cucharada de canela.
Una delicia saludable para fortalecer el organismo.