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Múltiples son los beneficios que el té verde nos proporciona. Es rico en antioxidantes y nutrientes que nos ayudan a fortalecer las defensas y prevenir enfermedades. Es por esto que forma parte de las culturas asiáticas desde hace siglos.

El té verde es libre de fermentación (proceso al que sí se somete el té negro), por lo que mantiene intactos sus principios activos medicinales, reteniendo así, una mayor cantidad de antioxidantes y polifenoles, sustancias enormemente beneficiosas.

El consumo diario de té verde permite mejorar el metabolismo, reduce el riesgo de enfermedades al corazón, accidentes cerebrovasculares, presión arterial, artritis, resfriados y ayuda en el proceso de absorción de grasas.

Por su parte la naranja es una fruta con muchas propiedades antioxidantes y nutritivas. En ella abundan las fibras dietéticas, por lo que es muy útil para las personas que quieren bajar de peso. Aporta además con vitaminas y minerales que se complementan con el té verde.

Esta mezcla de cáscara de naranja con té verde, ayuda a regular el colesterol, potenciando el colesterol bueno (HDL) y reduciendo el malo (LDL), lo que ayuda muchísimo a las personas que tienen enfermedades cardiovasculares.

Asimismo, esta infusión nos aporta con vitaminas A, C y E, ayuda a regular el azúcar en la sangre, tiene propiedades broncodilatadoras colaborando en casos de asma leve o bronquitis durante sus primeros síntomas y su poder antioxidante permite mejorar el sistema inmunológico. El ácido ascórbico de la naranja además, tiene un beneficioso efecto sobre las células de la piel, aportando al rejuveneciendo de los tejidos.

Para prepararlo no tenemos más que hervir cáscaras de naranja y machacarlas en una taza de té verde durante 10 minutos. Después, apagamos el fuego y dejamos reposar por 5 minutos. Colamos la infusión y agregamos el jugo de medio limón exprimido.

¿Cuándo lo tomamos? Muy fácil, lo beberemos en ayuna y luego antes de ir a dormir.

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